martes, 17 de noviembre de 2009

Padre Manuel

Cuando callan los profetas y las profetisas los pueblos pierden algo de su conciencia. En estos días Puerto Rico ha perdido una de esas voces. Padre Manuel Olmo fue un sacerdote episcopal y psicólogo de una visión y generosidad sin límites. Fue una de los primeros teólogos que tuvo la verticalidad de denunciar la homofobia dentro y fuera de la Iglesia. Sin temor a perder sus posiciones de poder afirmó que las personas gays, lesbianas, bisexuales y transexuales son hijas e hijos de Dios. Afirmar que todos somos hijos e hijas de Dios no debería ser un mensaje revolucionario pero en una sociedad en donde los prejuicios ciegan la cordura y el amor, no solo es un mensaje radical sino además altamente peligroso.

Contrario a muchos otros religiosos y religiosas que se escudan en sus títulos, Padre Manuel dejó la comodidad de los mensaje tibios y por mucho tiempo desarrolló una pastoral hacia los excluidos y excluidas del mundo, entre ellos las personas gays, lesbianas, bisexuales y transexuales y las personas con VIH/Sida. Desde la década del ochenta su voz caló aguda y solitaria ayudando entre otras cosas a formar un grupo de reflexión espiritual para personas gays, lesbianas, bisexuales y transexuales. Reencuentro fue el espacio en el que centenares de personas glbt encontraron paz y pudieron reconciliarse con su espiritualidad, luego de haber experimentado violencia religiosa.

La violencia religiosa es una de las armas mas nefastas que pueden utilizarse contra cualquier grupo o persona. Esta violencia construye un discurso “divino” que justifica la exclusión y el odio hacia un grupo en particular. Mediante el mal uso de los textos bíblicos y de la tradición, se fuerzan palabras que se colocan en boca de Dios, pero que en realidad son producto de la soberbia. Ese discurso de violencia religiosa es responsable de que muchos jóvenes glbt, piensen en el suicidio, es responsable de que algunas familias rechacen a sus familiares homosexuales, es responsable de que algunos se sientan con la seguridad de afirmar que las personas glbt deben ser borradas de la faz de la tierra. Manuel, el psicólogo, el pastor atendió a cientos de personas afectadas psicológicamente por ese tipo de discurso y muchas veces sin retribución económica.

Padre Manuel era como él definía a Jesús, sato por opción. Un sato es alguien que se mezcla con todos y entre todo porque gusta de la vida y de la gente. Ojala que haya más satos entre los religiosos y religiosas del país para que no teman mezclarse con todos y entre todo, para que privilegien la vida. Ah, olvidaba, Padre Manuel no era gay, supongo que lo olvido porque sólo pude mirar su gran humanidad.

Rev. Margarita Sánchez De León
Pastora de las Iglesias de la Comunidad Metropolitana