martes, 28 de octubre de 2008

Dos calles, una ciudad

Dos calles, una ciudad

Es sábado juega el Arsenal, uno de los más antiguos equipos ingleses de fútbol. Las calles Blackstock y Stroud Green están atestadas de fanáticos. El estadio del Arsenal Football Club, nombre oficial del equipo, estuvo ubicado desde 1913 hasta el 2006 en las cercanías de las calles Blackstock y Stroud Green que están bajo la jurisdicción compartida de los municipios de Hackney, Haringey e Islington, al norte del río Támesis.

Ganador de varios campeonatos incluyendo la bien recordada participación en la Final de la Copa Europea en el 1970, el Arsenal, desata las pasiones de sus seguidores, los gunners. No es para menos, el Arsenal es una antigua tradición que nació en las clases trabajadoras blancas inglesas hasta ser hoy el club de fútbol predilecto por la mayoría de los grupos étnicos en Londres. Antes de convertirse en un club profesional, el Arsenal, fundado en 1886, estaba integrado por trabajadores de una fábrica llamada la Arsenal Armament Factory en Woolwich al sur del río.

Aunque el Arsenal tiene hoy un nuevo hogar el Emirates Stadium en Hornsey Road, Blackstock y Stroud Green continúan siendo las arterias del club. Muchas personas se apilan en uno de los más famosos pubs del área, el Twelve Pins, que es el punto de confluencia de ambas calles. Los pubs antiguas, casas públicas cuya función era alimentar y saciar la sed del viajero, forman parte de las antiguas tradiciones inglesas. Lo particular de las decenas de que podemos encontrar a lo largo de estas dos calles es que aluden de una forma u otra al Arsenal. Es así como suelen llevar nombres como Gunners, Arsenal Club, Arsenal´s Tavern. En ese espacio público la gente, casi todos ingleses o irlandeses, van a mirar los partidos, a comentar las jugadas en comunidad. No pueden faltar las grandes cantidades de cerveza o licor con el pretexto de aderezar las reuniones. La posible agitación de los fanáticos no escapa a los ojos de la policía, quienes ocupan las calles con varios escuadrones.

Vistas de manera fugaz, Blackstock y Stroud Green parecen ser dos calles vulgares de una ciudad sobre poblada y sí, en gran medida lo son. Están ocupadas por una combinación de negocios y residencias en casas de dos o tres niveles con techos a dos aguas y una sencilla terminación en ladrillo que recuerda el estilo victoriano. Sin embargo esta arquitectura común en el paisaje urbano londinense no es lo particular de estas calles. Su belleza, su particularidad y su paradoja, está en el enramado de gentes y de espacios en donde éstas a pesar de su diversidad se encuentran y desencuentran.

Si tomamos a mano izquierda del Twelve Pins, nos encontramos con la calle Stroud Green, también conocida como la pequeña Africa. Al inicio de la calle un pequeño negocio en el sótano de un edificio anticipa lo que encontraremos, su rótulo anuncia auténtica comida nigeriana. Y es que en este corto trayecto encontramos pequeños restaurantes de una gran variedad: coreanos, vietnamitas, jamaiquinos, colombianos, mexicanos, thai, el arte culinario del mundo concentrado en un recorrido de veinte minutos.


Stroud Green no es sólo un paraíso de comidas típicas de diversas partes del mundo, es también un lugar en donde las personas africanas, asiáticas y caribeñas encuentran los más variados productos para poder confeccionar sus platos típicos. La calle está impregnada de olores, sabores y colores propios de geografías distantes. En medio del frío londinenses hay posibilidad de saborear la dulce amargura de unas semillas de tamarindo, olfatear la melaza del mangó y disfrutar la rugosa superficie de un ñame. Así se quiebran las fronteras, claro, no podía ser de otra forma pues el poder colonial inglés se desparramó por el mundo desde el siglo diecisiete y hoy el mundo se extiende en Londres.

Además de comida, Stroud Green ofrece una gran cantidad de lugares para atender el cabello, casi todos apelan a las mujeres afro descendientes. Durante la década de los sesenta y setenta el cabello fue para muchas personas un campo de batalla para afirmar su negritud o integrarse a las corrientes de la moda occidental blanca. Hoy, el estilo del cabello parece ser un asunto más relajado y de gusto personal. Los salones de estilo y las tiendas de productos para el cabello en Stroud Green, ofrecen todas las propuestas de moda o fuera de ella: alisados, trenzas largas o cortas, cabello corto con la honda natural y otros. De todo para todos los gustos, juzgando la cantidad de negocios dedicados a la atención del cabello podemos decir que éste sigue siendo un asunto serio.

Se dice que durante su juventud, Ho-Chi-Minh, luchador por la independencia del Vietnam y famoso líder comunista, residió en Stroud Green. Cierto o no aquí podemos encontrar espacios culturales para explorar la historia de las antiguas colonias europeas. Uno de esos lugares es la singular librería New Beacon, especializada en libros de autores y temas africanos, asiáticos y caribeños, es también un espacio para escritores de nuevo cuño. La antigua Beacon fue una revista literaria caribeña de fines de la década del veinte e inicios del treinta del siglo veinte. Esta revista promovió discusiones políticas que alimentaron el movimiento sindical de los trabajadores de los yacimientos de petróleo en el Caribe y que a su vez fue el fermento para las luchas de independencia contra las antiguas metrópolis europeas.

Si regresamos hacia el punto de confluencia de las dos calles, encontraremos a mano izquierda una de las tantas salidas del Finsbury Park, área verde de esta parte de la ciudad. Este parque de ciento doce acres fue fundado en el 1869. Es uno de los espacios en donde toda la diversidad poblacional del sector se encuentra. Escolares, corredores, mascotas, madres con sus bebes en cochecitos, personas sin hogar, curiosos, caminantes en busca de atrecho, cada uno de ellos se encuentran aquí para disfrutar los lagos, áreas verdes y canchas. Mientras el tiempo lo permite, todos los fines de semana, el parque se convierte en varios campos de fútbol. Diversos grupos de hombres divididos según su lugar de procedencia u origen étnico juegan unos cerca de los otros, nunca juntos ni revueltos.

Al otro lado de la avenida nos encontramos con la Blackstock Road, un trozo de la misma es conocida como la pequeña Argelia. La Blackstock Road es una vía en continuo bullicio y para algunos una zona problemática de la ciudad. Esta calle había adquirido mala fama por sus índices de criminalidad. El pasado mes de marzo fue ocupada por un contingente de 600 policías metropolitanos con el objetivo de intervenir con algunos puntos de manejo ilegal de computadoras, documentos y equipos electrónicos. Algunos han criticado severamente estas medidas y señalan que la forma en que fue movilizada la policía tuvo motivaciones racistas. Otros piensan que medidas como éstas darán seguridad al área. Más allá de la controversia la comunidad ha buscado maneras de mejorar su entorno, han organizado actividades para reanimar el espíritu de la calle. Ese fue el objetivo de la actividad Festival of the Senses, de este pasado agosto. Por un breve momento la calle expuso sus mejores galas para el disfrute de los peatones.

Cerca de Blackstock Road está ubicada una de las mezquitas más importantes de la ciudad, la North London Central Mosque. Quizás por esta razón abundan en la calle las carnicerías halal que ofrecen los productos adecuados para los fieles del islam. Durante las fiestas religiosas especiales tales como el Ramadan estos lugares se llenan de nuevas golosinas que son parte de la dieta de la temporada. Es una fiesta para los ojos y el paladar. Aunque es indiscutible que la North London Central Mosque le da a la Blackstock Road una vitalidad increíble, ésta adquirió mala fama cuando varios asistentes participaron en atentados terroristas en Londres. El imán Abu Hamzah al-Masri fue acusado de difundir mensajes de odio y condenado a cumplir siete años en prisión. Luego de esos sucesos la mezquita se reorganizó bajo un nuevo liderato. Desde allí se ofrecen clases de inglés, Islam y ciudadanía.

La comunidad comercial de Blackstock Road no sólo está integrada por un sinfín de comercios, ferreterías, colmados, farmacias, carnicerías, ciber cafés, panaderías sino que además los dueños provienen de distintas partes del mundo, turcos indios, ingleses, franceses, argelinos, chinos, eritreos son varias de la nacionalidades aquí representadas.
La actividad es tan vibrante en Blackstock Road que aún al caer la noche muchos de los espacios comerciales continúan abiertos. Bueno es para una compra de última hora , para un antojo de una de las tantas variantes culinarias o quizás para el último vino o cerveza de la noche mientras se comenta el más reciente juego, hoy ganó el Arsenal, impera la calma.

Un encuentro más allá del arco iris

Un encuentro más allá del arco iris

Saltó por la ventana para encontrarse conmigo, así era ella, nada la detiene si se trata de buscar a quienes quiere. Sencilla, como son en verdad esos seres que aman a la gente y que miran el mundo con asombro. Su placer: compañía. Sus ojos pura miel, no solo por su color sino por la dulzura de su mirada. No he conocido persona o animal con una mirada tan dulce. En estos días nos miramos profundamente y así mirándonos le hablé. Le dije que la compensaría por el tiempo, aquellos meses que estuvimos separadas. Queríamos traerla a esta ciudad a vivir con nosotras pero los procesos burocráticos requerían que pasarán al menos tres meses después de su vacuna de rabia para entrar a Europa. Entonces no quedó más remedio y así fue como la dejé en la oficina de su doctor en Puerto Rico. A pesar del cuido, fueron dos meses duros, me lo dijo su mirada cuando nos reunimos nuevamente en mayo. Luego de un larguísimo viaje a Bélgica la fuimos a buscar Frida, Marinke y yo. Lucía cansada, triste. Al verme sólo pudo lamer mi mano y la abracé. La llevamos a Holanda al hogar de Marinke y Bas su nuevo hogar temporero. Debíamos esperar tres meses más para que cumpliera con los requisitos de las autoridades inglesas a las mascotas que entran a Reino Unido. Junto a Marinke y Bas recuperó su alegría. En aquel campo holandés vio cosas que una perra de urbanización boricua no ve…lagos, cantidad de flores, verde, caballos, ovejas y las siempre atractivas bicicletas. No sé por qué tenía esa fascinación al borde del terror hacía aquellas bicicletas que pasaban por su lado. Fueron para ella tres meses llenos de alegría por el encanto con lo nuevo y con las atenciones que recibía. Y para nosotras que la queríamos ya en nuestra casa en Londres fue tiempo de espera.

Kenya siempre ha sido una perra de iniciativas. La primera vez que la vi, salió a nuestro encuentro desde la marquesina de una casa, tres calles más abajo de la casa que en aquel entonces era el hogar de María y mío. Si bien la saludamos no le prestamos mucha atención y seguimos el camino. Pero ella que sabía lo que hacía, nos siguió hasta nuestra casa. María fue a devolverla a la casa de la marquesina, dijeron que la perrita no era de allí. Así supimos que era otra víctima de la insensibilidad de personas que olvidan que los animales también deben ser tratados con respeto y consideración. Ante la situación inmediatamente la llevamos al veterinario y luego de vacunada y desparasitada la ofrecimos a todas las amistades y familiares que pudimos. Fue así como Kenya se quedó uno, dos hasta diez años. La pequeñita creció hasta alcanzar veinte pulgadas de altura y pesar 70 libras. Su veterinario tenía razón cuando la miró por primera vez y me advirtió: “va a ser grande”. Vivaracha, cariñosa, nunca temerosa, Kenya siempre tuvo una gran “personalidad”. Sí, creo que le va bien el término personalidad pues a veces miraba como si tuviera algo que contar.

Llegó a Londres el día de mi cumpleaños, venía por auto desde Holanda con Marinke y Bas. Por fin iba a vivir con Frida y conmigo. Con ella se completaba el hogar. Estábamos nerviosas pues no sabíamos cómo le iría. Londres es una ciudad compleja, llena de gente, de mascotas… una ciudad de cosas interesantes pero llena de retos. Caminaría todos los días por el parque que nos queda a tres minutos de la casa y caminaría entre buses, bicicletas, vehículos y entre mucha, mucha gente. El parque le encantó sobre todo las ardillas, no dudo en ir detrás de ellas. Los autobuses no le gustaron mucho pero los toleró bien y sobre todo le encantó la gente, su único problema era que siempre se quería acercar demasiado. Así, Kenya parecía superar otro reto en su vida, era capaz de aprender cosas nuevas y acostumbrarse a un entorno nuevo, grande era nuestra alegría.

El sábado después de su llegada nos fuimos a pasear al peculiar e histórico cementerio de Abney Park en Stoke Newington. Fue una hermosa mañana, regresamos con Kenya a la casa para luego ir a almorzar en un pequeño restaurante de comida colombiana. Kenya estaba rendida, al llegar se acostó inmediatamente. Sólo se levantó cuando vio que partíamos sin ella. “Sube, a dormir” le indiqué, y sí parecía dormida cuando llegamos. Por eso me tomó unos minutos darme cuenta que estaba muerta. La encontramos tendida en la entrada del frente de la casa. La confusión fue grande pues no sabíamos cómo había llegado allí…hasta que miramos hacia arriba y vimos la pequeña ventana abierta. Mucho habíamos discutido Frida y yo sobre cómo protegerla de su entorno exterior. Hablamos sobre cómo enseñarle a caminar por la ciudad, entre gente, bicicletas y autobuses pero nunca imaginamos que vivir en un tercer piso no intimida a una mascota como Kenya sobre todo si se trata de estar con los suyos. En su cuerpo no había señales de sangre ni de traumas. Las autoridades nos informaron que un vecino la vio lanzarse pasadas las tres de la tarde, unos momentos antes habíamos partido a almorzar.

No sé cuánto se puede llorar a una mascota, no sé si es permitido estar de luto cuando perdemos un ser querido que no es humano. Sólo sé que en el hermoso relato mitológico del diluvio narrado en la Biblia, Dios hizo un pacto con los animales así como con los seres humanos y el símbolo de la promesa divina fue un arco iris. Por eso quiero pensar que algún día nos volveremos a mirar Kenya y yo, algún día más allá del arco iris…después de todo ella se lanzó por la ventana para encontrarse conmigo.