martes, 24 de febrero de 2009

Río revuelto, ganancia de...

Nada novedoso sería afirmar que de cara a la recesión y frente a la crisis económica global, varias sociedades perdieron el encanto por su liderato político. La crisis del sistema financiero, en parte provocada por el colapso de las empresas inmobiliarias norteamericanas, va alcanzando unas consecuencias que no se podían imaginar al inicio de este tsunami económico en agosto de 2007.

En este periodo hemos pasado de políticas de des-regularización financiera a una intervención directa de los gobiernos para salvar intereses privados en la banca y las empresas. Incluso la administración del ex-Presidente George W. Bush cerró su capítulo en la historia abandonando la posición radical de no intervención en el mercado financiero. Al voltearse la tortilla aquellos que jamás quisieron la intervención en los mercados tuvieron que defender medidas de apoyo económico a instituciones privadas e incluso asumir que sus políticas fueran identificadas con la temida nacionalización de la banca. Muchos han comenzado a hablar de la necesidad de revisar el actual sistema capitalista.

No sólo cambiaron los discursos y las acciones sino también las simpatías. Es así como los eventos contribuyeron a que Bush concluyera su mandato con el peor índice de popularidad obtenido por un mandatario norteamericano. Pero además los eventos avivaron las simpatías hacia el entonces candidato demócrata a la presidencia, Barack Obama. No podemos negar que su amplísima victoria tiene parte de su raíz en un desencanto frente a la política económica del mandatario saliente y a un terror por el curso que habría de tomar la actual crisis. Ese fue un elemento que hizo posible el triunfo no sólo de una cara nueva sino de una figura impensable para lo que hasta aquí había sido la excluyente tradición política norteamericana.

La crisis económica ha preparado un terreno fértil para lo políticamente inimaginable. Ese parece ser el caso en Francia del joven cartero Oliver Besancenot. Según periódicos europeos como Le Monde y El País, Besancenot, que nació en el revolucionario 1968, es un líder de referencia pues su juventud, su origen social y su cercanía al común de la gente le dan en estos momentos un atractivo sin par. Como el candidato de la Liga Comunista Revolucionaria participó en las elecciones presidenciales pasadas con relativo éxito. Ante las actuales protestas masivas que enfrenta el gobierno del conservador Nicolás Sarkozy, la voz de Besancenot gana fuerza y simpatías.

Al igual que muchos otros países, Francia está impactada por esta crisis financiera. Para evitar la debacle, el gobierno francés ha inyectado sobre $400,000,000 para garantizar los préstamos interbancarios. Esta movida sin garantías no ha sido apreciada por los sectores populares que sienten pagan los platos que otros rompieron. En días recientes el disgusto se volcó en una huelga general que llevó a más de dos millones de trabajadores a las calles. Según una encuesta realizada para Le Parisien la huelga contó con un contundente apoyo popular: un 69% de la población favoreció la acción. En este ambiente de molestia con los viejos esquemas políticos y económicos, Besancenot anunció la formación de un nuevo grupo político, el Nuevo Partido Anticapitalista. Además se ha identificado con temas como derechos para los inmigrantes y personas homosexuales, el joven cartero incomoda a la clase política en el poder y a la izquierda tradicional quienes le ven con gran sospecha. Incomodidad o no, el público tiene un ojo puesto en él.

Semillero de protestas en toda Europa y la caída de un gobierno son consecuencia directa de esta situación de la economía. Islandia, la democracia más antigua de Europa de unos 300,000 habitantes, tuvo un crecimiento económico impresionante en parte por su inversión en el mercado de las hipotecas vulnerables. Apoyados en ese crecimiento sus bancos otorgaron intereses mayores de un diez por ciento convirtiéndose en el paraíso del depósito. Al caer los mercados la capacidad de pago cayó, quebrando la moneda, la corona islandesa y con ella todo el sistema financiero. Ante el desempleo, inflación y constricción de la economía las protestas fueron fuertes y contundentes. Es así como luego de trece años en el poder el líder conservador Geir Haarde, renunció junto a su gabinete el pasado 26 de enero de 2009. La Alianza Socialista fue convocada a formar gobierno que será encabezado por Johanna Sigurdardottir, una política y ex sindicalista que cuenta con un fuerte apoyo popular. Comenzó su carrera como parlamentaria en el 1978, su experiencia y prestigio la llevó a aspirar la posición tope de su partido a medidos de la década del noventa, pero no logró la posición. Hoy como resultado de la tormenta llega a la cabeza del Partido y de la coalición de gobierno, una mujer abiertamente lesbiana. Aunque la prensa europea ha comentado este hecho con sutil insistencia, la orientación sexual de Sigurdardottir no ha sido en este momento un obstáculo para que los islandeses la colocaran en la primera silla del país. Su gobierno de coalición durará noventa días hasta la convocatoria de las elecciones prematuras para el próximo mayo. Indiscutiblemente Sigurdardottir podrá ser una de las candidatas y salir victoriosa.

El río político está revuelto y quizás nos traiga como ganancia el cambio de viejas estructuras y el surgimiento de mayor flexibilidad, diversidad y democracia al interior de las dictaduras de partido.